lunes, 28 de septiembre de 2009

La femineidad tiene nombre y apellido.

Y se llama Barbara Blade.

Esa misma que sale en los comerciales del desodorante Lady SpeedStick, y que va por la vida saltando edificios y poniéndole la axila en la cara a cuanto galán se le cruza en el camino, porque ella no suda… cómo va a sudar, digo yo? A cualquiera que se depile con un cuchillo para matar rinocerontes ya no le quedarían glándulas sudoríparas, así que me huele a trampa eso de la efectividad del antitranspirante. Yo la veo y es toda una aventurera de esas que andan por la selva volando en lianas sobre los pantanos pestilentes, comiéndose a las serpientes para sobrevivir en el desierto del Sahara, en fin, haciendo cosas sucias, nada glamorosas y bien poco femeninas, pero al verla en acción varias veces me ha asaltado la misma duda: ¿por qué se ve sexy una mujer cuando sabe manejar una retroexcavadora o esos taladros gigantes para romper cemento (hombres, pinchen el link), o bien es capitán de un barco, soldadora, o conoce de mecánica de autos y motos? Si se supone que esos roles han sido históricamente realizados por machos recios de pelo en pecho, por qué se cotiza tan bien que una mujer los haga? Quizás en el fondo los hombres sienten atracción por lo masculino y no lo quieren reconocer, aunque a veces lleguen a parecer auténticos homofóbicos de closet de tanto que defienden su virilidad, o a lo mejor el sexo masculino es intrínsecamente ególatra y les encanta ver manifestaciones de masculinidad en todas las cosas, incluso –y sobre todo –en cuerpo de mujer.

Como buena bióloga, a una le da lo mismo andar mojada y sucia persiguiendo y agarrando con las manitos propias bichos marinos entre las rocas, o se banca andar con frío arriba de un bote y oliendo a pescado, a una puede encantarle el trabajo de terreno pero, o sea, nada de sexy andar con ropa de agua, botas de goma y gorrito de lana, por mucho que una aperre y se desempeñe bien en estas pegas de índole “masculina”… yo me miro así y encuentro bien difícil que un tipo cualquiera, por muy buena onda que pueda ser, se me acerque con esa pinta a hablarme con alguna intención de querer jotearme, ¿o no?


[Aquí mi pololi de verano, al cual pude conquistar a pesar de la facha, el barro en la ropa y el olor a mar, pero claramente este ejemplar macho no era de la especie humana].

No sé, habría que preguntarles a ELLOS por qué es deseable la versión femenina de un híbrido entre Indiana Jones y el Cocodrilo Dundee. Mientras tanto, Barbara Blade seguirá seduciendo atractivos galanes con su particular y coqueta técnica de ponerles su axila olorosa no-sudorosa sobre la nariz. Para mí que justo en esa parte de su anatomía esta mujer tiene algún tipo de feromona ultra súper dúper poderosa que deja a los hombres todos locos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Apio verde


Hace poco estuve de cumpleaños. Lo mejor, pienso yo, es darte cuenta de la cantidad de gente que se preocupa de saludarte, aunque sea por el Facebook, denota que al menos se tomaron un par de minutos de su tiempo para mí, y agradezco mucho eso. Además, me encanta recibir regalos :)

Lo malo es que a estas alturas ya no me dan muchas ganas de celebrar. Me adosé a los festejos de la titulación de una amiga, pero si no, creo que me habría quedado en la casa. Como que no hay mucho de lo que me puedan felicitar (eso le dije a la Lore cuando me llamó, parece que le cayó mal mi comentario :S … fue sin mala intención!), y es que cuando eres más chica te alegras porque sientes que con cada apio verde vas creciendo un poco más, no sólo de tamaño sino como persona también…

Ahora, me miro al espejo y ya voy viendo las primeras arruguitas incipientes, algunos cúmulos de celulitis en los muslos, sus varios pares de canas, pero me comparo a cómo era hace algunos años y nada parece haber cambiado mucho. ¿He “crecido” desde ese tiempo hasta ahora? He aprendido unas cuantas cosas, pero me veo y sigo teniendo los mismos defectos, y a las mañas que ya estaban se han ido agregando otras… más que la sensación de no crecer, es la de no progresar. Es darme cuenta de que, con cada año que pasa, voy dejando de ser una vieja chica para transformarme simplemente en una vieja (y en el futuro en una vieja de mierda? capaz...)

¿Que cuántos cumplí? Veintiséis. Y voy a guardar esto para ver si a los 30 seguiré pensando las mismas tonteras.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Chile rumbo al mundial de Sudáfrica (¿en serio?)

Ayer no vi el famoso partido, y obviamente no lo lamento. Más que nada porque situaciones previas me dejaron bien atravesada y eso dio pie a la escena siguiente:

Yo en la cocina lavando platos, llega P., otro habitante del manicomio prácticamente bailando porque recién había terminado el partido en que Paraguay le ganó a Argentina, quedando el primero clasificado y el segundo apenas a pelear el repechaje.

P. mandrilizado por el fútbol

Ganó Paraguay, mierda!  (8) ¡Cagaron los argentinos!!! (8) -acompañado de bailecillos arrítmicos-
Yo (irritada y con las manos llenas de jabón)
Y qué? De qué te alegras tanto?
P. (aún eufórico)
Que eso es bueno, porque a Chile le conviene que Argentina pierda, quedan más lejos de nosotros!
Yo (más irritada)
Bah, más nos convenía que perdiera Paraguay, que va arriba de nosotros ¬¬… no entiendo por qué taaaanta felicidad de que perdió Argentina
P. (sonriente)
Está bien que perdieran nomás! Por cachetones, por sobrados que son!
Yo (ya enojada a esas alturas)
Y qué con eso? Conoces algún argentino como pa' hablar así de ellos? Por último, los argentinos tienen personalidad nada más, no como los chilenos que somos unos ratones, apocados, que nos andamos alegrando de que los argentinos pierdan pa' sentirnos más… así somos!

P. aún en estado de mandrilización avanzada y sin darse por aludido, emprende la retirada para acomodarse a ver el partido REALMENTE importante, el de Chile contra Brasil. (Yo: “Bauuuuu la weá... debería haberme ido a ver el partido con cualquier mandril en vez de venir hasta aquí.”)

**Aclaración: cuando hablo de mandrilización, con el término me refiero al estado simiesco y casi básico al que llegan los machos de la especie humana en general, cuando se disponen a presenciar un encuentro futbolero, del país y color que sea.
No implica atentado contra el Cuarto Mandamiento (tomando en cuenta que mi Señor Progenitor que tanto me ha dado incluyendo la vida, es representante del género y se encontraba en el mismo recinto al momento, en un estado similar o peor) **

En fin, que eso me tuvo un rato refunfuñando, hasta deseando que Chile se fuera de perdices con los brasileños… porque los chilenos en el fútbol –y en general, en todo lo que somos reguleque nomás –resultamos ser como la adolescente más fea del grupo de amigas: ningún tipo la pesca, pero en una fiesta X justo se alinean los astros y el mino más potable entre la concurrencia la saca a bailar y le presta atención, y luego ella transmite de eso una semana entera, se lo cuenta a todo el mundo, incluso le saca pica a sus amigas; eso dura hasta que se entera que el tipo atinó con ella y dos chicas más en la misma noche, y hasta ahí le llega lo winner. Eso le pasó a nuestro país en las eliminatorias, en un momento se nos empezaron a subir los humos y justo vino ese partido con Venezuela, equipo al que mirábamos en menos y nos salió con su chancho al hombro, que casi perdemos en nuestra propia casa.

Sigo pensando: ¿qué importa la manera de ser de los argentinos? Siempre han sido buenos para el peloteo y porque una vez les tocó bailar con la fea –de la mano de Maradona, no es coincidencia –y justo a Chile le esté yendo bien, no quiere decir que haya que alegrarse por eso y extrapolarlo a otras situaciones de la vida. Quizás a ellos les inculquen desde pequeños el tratar de ganar, ser entradores, hablar fuerte y decir las cosas a calzón quitado, qué se yo, pero sí me consta que a los chilenos nos crían reprimidos, tímidos y mojigatos, y así llegamos a la adultez con esa actitud de tratar de no quedar mal con nadie pero alegrándonos de que al triunfador le pase algo malo, mientras que si nos ocurre a nosotros nunca es nuestra culpa (porque claro, el empate Chile-Venezuela se debió a que el árbitro ladrón a último minuto no cobró el penal, y no sencillamente a que Chile jugó como las pelotas todo el primer tiempo –nooo, era boliviano y nos quiso perjudicar!). A todo esto, parece que somos harto pencas como vecinos también ¿o no?

Y para el que tenga mala memoria, que recuerde de qué país es Bielsa, que con mucho, es el que ha sabido sacar lo mejor de una selección chilena en los últimos 15 años… y tampoco me parece coincidencia que justo los jugadores de este “seleccionado ganador” no sean ni muy faranduleros, buenos pa’ la farra ni chascones, ni anden con gafas estilosas ni piercings por todos lados… talento individual hay mucho en Chile, pero eso no basta si la actitud no cambia y se notó un montón ahora que llegó una mano dura que realmente impuso disciplina… es por eso que Chile va a Sudáfrica, ¡por fin!!! sin calculadora.

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Y obvio que sí, estoy triste por el 4-2... pero bueno, que sirva para que en octubre no pequemos otra vez de exceso de confianza al tocarnos contra dos equipos ahí nomás como Colombia y Ecuador, y a no dormirse en los laureles. No vaya a ser cosa que algunos se queden con los pasajes comprados y con un cuello de este porte.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Viejachica Jones, en busca de la Motivación Perdida.

Estoy cansada.
Cansada de tratar de avanzar, si estoy pegada al mismo lugar y no sé cómo salir.
Cansada de inventar excusas que ni yo misma me trago. Qué puedo hacer, no es posible engañarme a mí misma.
Quizá la solución sería mandar todo a la mierda y desaparecer, pero eso sería lo más fácil (¿o no?)

El tiempo pasa y cada vez es menos, y yo sigo en el lugar de siempre, sin dar un paso… será que la ilusión me abandonó y se olvidó de mí? O será que me espera en la misma esquina todos los días, pero yo soy tan ciega que paso a su lado y la ignoro?

Sí, estoy cansada.

Debería existir una manera de abandonarse a uno mismo, cuando nos cansamos. No tener que lidiar por un rato con ese yo interno tan odioso y antipático, dejar este cuerpo y mandarme a cambiar a cualquier parte para estar sola, si de todas formas no hay nadie, me cansa esta soledad rodeada de gente todo el tiempo.

Cuando el cuerpo se agota uno se acuesta y duerme, pero qué hacer cuando lo cansado es el espíritu? Qué hacer si no quiere cargar con este cuerpo?

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lunes, 3 de agosto de 2009

Odio la lluvia!!!


Así tal cual. Nunca la he podido pasar, a pesar de vivir toda mi vida en este pueblo venido a más. Sipo, si Valdivia se cree ciudad de tomo y lomo, aunque sea un pueblo minúsculo pero igual tiene sus aires de grandeza. Se las da de pulenta cuando llueve.

¡Es que a nadie le puede gustar la lluvia! A menos que se le corra una teja, claro. Cuesta un montón agarrar una micro, y cuando te subes van tan llenas que la gente torpe no se fija y te mete el paraguas por las costillas. ¿No se dan cuenta que no sirve de nada llevarlo si llueve con viento (o será que a algunos les gusta que se les de vuelta el paraguas, digo yo)? Ahí quedan los pobres, tirados como gatos atropellados a la orilla de los caminos. Ni hablar de andar por la calle, que si no te pilla el aguacero de una esquina a otra caminando no te preocupes, aparecerá justo el conductor mala onda cuando vayas pasando al lado de ese charco lleno de lodo e igual quedarás mojada hasta los calzones. Nadie sabe de dónde salen tantos autos que arman los tremendos tacos y ni el paso peatonal se respeta, si es que no te echan un par de puteadas por querer cruzar la calle en hora punta. Es probable que se corte la electricidad y los semáforos no funcionen, haciendo más caótico el caos. Llegas a tu casa con los zapatos embarrados que ensucias todo, y si no tienes una buena estufa, tu ropa mojada agarra ese aroma tan característico y agradable a humedad, una mezcla entre olor a pipí y perro mojado. Puaj.

La lluvia es la cosa menos sexy que puede haber… es decir, ¿Qué mujer se va a sentir regia estupenda si tiene que ponerse capas y capas de ropa que pareces repollo? Y encima de todo eso el impermeable, esa cosa entre plástica y verde que te hace parecer una lechuga envuelta en papel celofán. Y el pelo… si ya hay guerra con un poquito de neblina y se te esponja, con esta lluvia mejor agarras la rasuradora y te lo cortas al rape, y te dejas de complicar la existencia, pobre de ti si eres mujer de mechas largas –peor si crespas –, tu pelo se convertirá en un monumento a la entropía. Agreguémosle además, que tampoco te depilas porque NO es necesario. O sea, nadie en su sano juicio va a salir a la calle con vestido y panty-media transparente bajo esta lluvia –por eso me dan pena las niñitas que van a colegios católicos y las obligan a andar con faldita todo el año, lo que me hace reafirmar que quienes dirigen tales establecimientos carecen de sentido común –y por lo tanto, andas poco predispuesta para “la acción” (si eres mujer de acción, claro)... si te vas de fiesta llegas a tu casa como saliste, nada de incursiones nocturnas, mira que es de noche y podrían confundirte con Chewbacca y asustar a alguien.

Ni hablar de que en la mañana da una flojera espantosa levantarse, siempre hay poca luz y piensas que son las 5 de la tarde cuando son las 2 y las 8 de la noche cuando recién son las 6, porque ya está oscuro. Tanto gris te empieza a dar depresión y eso contribuye a no tener ganas de hacer algo por inútil que sea, agreguemos que la gente anda de mal humor por la congestión, las enfermedades que empiezan a proliferar con la humedad y el desgano general lo que hace que te sientas más deprimida y con ganas de matar al primer idiota que se te cruce de mala gana. No puedes salir a caminar, ni ir a un parque, ni a la playa y tienes que tomar taxi en trayectos que a pie haces en 10 minutos, si es que logras agarrar alguno vacío (a menos que sea algún retrasado que le guste andar pescando gripes de puro gusto), el detalle es que ni el verano se salva porque en esta cochina ciudad San Isidro se va en mala y te jode un tremendo panorama lloviendo justo el fin de semana que tienes libre, en pleno mes de enero y cuando el resto de los días hubo sol que caían los jotes asados… Lo único que dan ganas de hacer con esta puta lluvia es quedarse acostada todo el día, calentita bajo la colcha, durmiendo o viendo películas, pero sola aunque se te antojan unos abrazos o un regaloneo pero probablemente estás soltera o tu pierno peludo anda lejos y no puede venir (además acuérdate, no te has depilado)… ni eso, tienes que levantarte igual porque si fuera cosa de suspender actividades por lluvia, Valdivia se lo pasaría inactiva 10 de los 12 meses del año.

Ya, que me digan que el paisaje, que el río, que la Selva Valdiviana y etc etc y un cuantohay se lo debemos a la lluvia, no me vengan con eso a mí y llévenle ese cuento a la gente que se inunda todos los años en los barrios bajos a ver si están de acuerdo, y si no, salgan con su paraguas y su traje amarillo cantando “I’m singing in the rain” por encima de los charcos a lo Gene Kelly, y luego pasan a comprarse su Tapsin caliente en alguna de las coludidas pa curarse del lindo resfrío que se han de pescar. No pues, a mí no me viene ni la inspiración ni me produce emoción ni estoy lista para el amor ni hay una sonrisa en mi rostro y menos aún soy feliz again, como dice la canción. Lo que a mí me gusta es la playa con calor y tirarme en bikini de guata al sol.

Es que, en serio… a alguien le puede gustar la lluvia?!!!

jueves, 9 de julio de 2009

Más allá de las palabras

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Para C.K. .

[Estamos lejos]
Le invento poesía a tu cuerpo ausente, a tu imagen tras mis párpados al cerrarse y a tu recuerdo que resucita cuando nuestras horas mueren
Y de nada sirve, no hay reseña suficiente cuando se trata de hablar de ti
Ahora lejos, la emoción aflora y las palabras faltan
Pero al mirarte, la sonrisa se dibuja franca y las palabras sobran


[Estamos cerca]
(Entre tu mundo y el mío hay un abismo donde no existe puente más seguro que mis dedos enredándose con los tuyos
Entre tu cuerpo y el mío espera la ansiedad condenada a morir en abrazos
Entre tu piel y la mía aguardan vibrando caricias por ser entregadas
Entre tu boca y la mía están atadas por besos las palabras que nunca serán dichas)


[Estamos juntos]
Para nosotros no existe el futuro
Sólo un presente que se materializa en pequeñas islas dispersas en el mar del tiempo
Allí me tomas y consigues llevarme hasta el límite de lo imposible
Más allá de las palabras
(Donde las sensaciones brotan atropellándonos exaltadas, y pasan a tomar su lugar)




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[Pretendía que estas líneas fueran para ti, pero me doy cuenta de que tú, sin saberlo, sólo las pones en mi cabeza y me las regalas]
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martes, 9 de junio de 2009

La voz de los '80 (es lo que está de moda)


Nací en el ’83, en plena dictadura, aunque ese período prácticamente me lo perdí y ya llegada la “edad de la razón” (lo que me ocurrió como a los 10 recién) ya estábamos bajo un gobierno llamado democrático. Siendo yo chica, mis padres cambiaron el campo por la ciudad, estuvieron de allegados, hubo cesantía y escasez y salieron adelante, aunque yo mucho no me di cuenta porque como toda niña que salió de una familia donde la prioridad es el pan y no los libros, vivía en el mundo de Bilz y Pap. Así que me considero una persona “noventera” si hablamos en términos de esas categorizaciones por épocas que parece a todo el mundo le gustan. Y como representante de los noventas y ahora, del siglo 21, me apesta tener que mamarme todo ese reciclaje de los ochentas con el que nos bombardean.

Ahora todas las radios tocan música ochentera, le llaman “Clásicos” a cualquier tontera con un fondo de sintetizador barato que suene a cosa vieja y esos videos donde las niñas salen con unos peinados imposibles edificados a punta de laca, y los hombres con jeans apretadísimos, y todos con camisas colorinches y hombreras gigantes. Es súper bien mirado decir que te gusta A-ha, Journey, Reo Speedwagon, Bon Jovi, The Bangles y la gente de mi generación se informa e incluso van a las fiestas kitsch. Invitan a grupos y artistas al Festival de Viña aunque hayan pasado dos décadas de su desaparición, la moda también ha vuelto (aunque reciclada y más fresca), te subes al auto de tu amigo que antes escuchaba FM Dos o Rock and Pop, y ahora suenan la Universo, Infinita, Radioactiva o Concierto. Estas dos últimas cambiaron de tocar dance y alternativa por música ochentera… y así podrían seguir añadiéndose a la lista más y más ejemplos.

Pero la culpa no es de los ochentas, la música de los ’70 y ’60 también tienen su estatus. En realidad, lo que definitivamente no tiene nada de cool es decir que te gusta la música de los ’90, ni la de ahora tampoco a menos que sea “Indie”, porque eso es lo que está de moda (aunque una venga conociendo esa música desde los inicios, ahora tiene nombre propio y todos los weones la escuchan y una es parte del piño nomás). Los noventas son un período muerto por sí mismo, muchos estilos de los que sólo sobreviven los artistas que trascienden a las modas y ya se ganaron la inmortalidad, de los otros muy poco nos acordamos. Por qué entonces, hasta el más insignificante pelagato que tuvo un “one hit wonder” en los ochentas, parece merecer que lo recuerden 20 años más tarde? De dónde salió esa fiebre repentina y ese reconocimiento póstumo a una música que llega a oler mal de lo muerta que está?

Varios amigos dicen que es una cosa de poder adquisitivo, en 20 años más los de esta época lo tendremos y por eso estará de moda la música de esta década, ya que eso les conviene a las discográficas, y que eso es lo que sucede ahora con los ochenteros. Personalmente, pienso que el motivo es más profundo. Simplemente, la década pasada ni esta tienen nada que aportar. Estuvieron los ’60 con la libertad sexual y la revolución de las flores, los ’70 con el golpe de estado y una pérdida drástica de las libertades personales y colectivas, los ’80 con la efervescencia de la disconformidad de la gente y querer producir un cambio social. Todas esas épocas tuvieron su bandera de lucha, ideales por los cuales pelear, motivos para sentirse marginados, para luchar juntos por una causa, el sueño de la democracia, de la libertad y la igualdad. Los ochentas están marcados de años de sueños reprimidos buscando su emancipación, “la alegría ya viene” era lo que se coreaba. Existía la represión desmedida y el abuso de poder, el vivir en condiciones no humanas sin derecho a pataleo ni menos a beneficios, en fin, si la música de los ochentas está viva es por lo que ella representa aunque su calidad sea cuestionable (sino, qué me dicen de Los Prisioneros?). Y aunque mucho de lo que se escucha tenga origen gringo o inglés, no es eso lo importante, sino que el escucharla evoca momentos memorables y un cambio completo de escenario en nuestro país… es una cosa puramente nostálgica.

Los noventas, en cambio, son un período estéril. La alegría supuestamente llegó con una democracia en ciernes, más que nunca se hizo presente el sistema de libre mercado, los tratados de libre comercio y una economía floreciente. Se acabaron los ideales por los cuales luchar, ya no existe la represión ni la coacción, pasamos a un libertinaje total en todo ámbito donde todo está permitido, los valores se van haciendo anticuados como la Inquisición y a eso le llamamos un pensamiento “progresista”, donde ser una persona de principios es tan fácil como criticar el doble estándar pero sin dejar de usarlo cuando convenga, nos volvimos individualistas, competitivos y egoístas, dejaron de existir las banderas de lucha. El Axé y el reggaetón no son más que un reflejo de esa pobreza de ideales y de sustancia, porque ahora todo es superficial y desechable. La música de esta época vino a caer en terreno infértil, porque se acabaron los momentos memorables y las ganas de cambiar el mundo, por lo que no me extrañaría que en 20 años estemos en otra y no existan radios que cambien de rubro ni usemos nuestro poder adquisitivo para hacernos hasta de los lados B de los grupitos que no pasarán del 2010. Ni siquiera por la nostalgia… de qué? Si los ochentas están de moda, es por derecho propio.


viernes, 1 de mayo de 2009

Y fue por ti que aprendí a querer los gatos…

Así dice la Shakira en una de sus canciones. Y sí, aprendes a querer los gatos, aunque seas alérgica.

Te enamoras de alguien, tratas de conocerlo, a cada palabra o frase desconocida para ti te interesas y te informas para encajar con sus intereses y al final, resultas ser la mina más inculta que pisa la faz de la Tierra… y en realidad, no. Pasa que sus “capitales culturales” no son iguales a los tuyos, así de simple. Te encuentras de pronto con otro tipo con el que la conversación fluye naturalmente, ¡y hablan por horas! Que de música, que si leíste tal libro, que cuando pendeja metiste los dedos al enchufe o jugabas al ring-raja, que a los 15 te arrancabas a bailar a la disco y así suma y sigue. De tanto hablar te das cuenta que es el amigo perfecto para ti y te preguntas: ¿cuándo cresta sucedió eso? ¿Tienen tanto en común y de repente lo relegaste a la categoría de “amigo”? Porque claro, te vas a la casa, te acuestas y piensas lo bien que lo pasaste con él, pero de ahí a imaginar que va a despertar a tu lado a la mañana, ni hablar.

Y sin embargo, te deslumbras con un weón con el que tienes que esforzarte para tener temas en común, te afliges porque te dice algo y te quedas con cara de póker, cómo tan ignorante. Él se ríe y no le importa, mientras que tú tomas nota mental de la frase que te dejó pagando para prontamente y a la primera oportunidad ponerte al corriente, ayúdame San Google. ¿Crees que él hace lo mismo? Obviamente que no. Le importa un rábano que suceda eso, porque al rato se olvidará hasta de lo que almorzó. No se complica con tonteras de “no manejar los mismos temas que tú” o “quedar colgado con un comentario tuyo”. No pues, él simplemente seguirá cultivando sus propios intereses, y si tienes mala suerte, probablemente ni se enterará de los tuyos, mientras tú te estresas y te llenas la cabeza de datos sueltos que al pasar el tiempo olvidarás, dejándote peor que al principio. En fin, te mamas al puto gato, perro, iguana o animal de turno aunque la alergia te esté matando, la pregunta es: ¿hasta cuándo eres capaz de soportarla? Y, ¿crees que él haría lo mismo por ti?

No te sorprendas si al mirar atrás te das cuenta que has estado con tipos que son la viva personificación del pastelismo y ahora, te preguntas en qué pensabas cuando te metiste con ellos. Tenían defectos enormes, en su escala de prioridades siempre pasabas a un lugar secundario, y lo peor, es que algunos ni siquiera salvaban como amantes, así como para compensar. Nuevamente… ¿En qué cresta estabas pensando? Y no, no te entregaban lo que tú esperabas, incluso haciéndote cuestionar si no les pedías demasiado, y ahora lo piensas mejor y protestas: ¿por qué debía conformarme con menos?

Resumiendo, ninguno de esos especímenes se hubiera echado a la espalda una puta alergia, simplemente te hubieran pedido que cambies a tu gato por un perro, y san se acabó. Así que, mejor búscate un mino cuya mascota no sea un felino, y si lo tiene, que al menos valga la pena el esfuerzo de decir: “Y fue por ti que aprendí a querer los gatos…”

miércoles, 22 de abril de 2009

Este amor

fue como un feto malformado


estaba destinado a morir

antes de nacer

Imagen: Hope Gangloff

lunes, 13 de abril de 2009

Dios es Amor... (entonces, por qué existe el Mal?)

"Reflexión de Semana Santa"

Dios creó el mundo en 7 días, creó a Adán el primer Hombre, y de su costilla a Eva la primera Mujer. Ambos eran inocentes como niños y no tenían internalizado el concepto del bien ni del mal, así que Dios les dijo que podían disfrutar del jardín del Edén pero les prohibió que comieran el fruto de un árbol en particular –con el tiempo se dijo era una manzana, pero eso no es del todo claro – . No obstante, como seres inocentes que eran, no fue así, ya que todo el mundo sabe que si dejas a dos niños en una pieza llena de juguetes y les dices que pueden hacer lo que se les antoje, menos comer de la fuente de caramelos de la mesita de centro, en algún momento se aburrirán y pensarán en hacerlo, habiendo prohibición mediante. Y quizá el Edén terminó por aburrirlos, sobre todo a Eva, quien como buena mujer y con una curiosidad insaciable que condena a nuestro género hasta los días de hoy, fue y comió uno de esos frutos, a instigación de una serpiente, y luego, convidó de la manzana a Adán. Desde entonces, fueron echados fuera del paraíso y condenados ambos a la mortalidad, a él a ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente y a ella a parir sus hijos con dolor (y de paso, pagar su pecado en cómodas cuotas mensuales). La pobre serpiente, fue destinada a comer polvo o al menos, a ser un animal rastrero y despreciable.

Cuando yo era chica y estaba obligada a asistir a las clases de religión, me contaban esta historia, y a la vez me convencieron de que Dios es un ser omnipotente (todo lo puede), omnipresente (está en todo lugar y todo momento), omnisciente (todo lo sabe) e infinitamente bueno, y así había sido el creador de todas las cosas. De alguna manera, quizá de la misma forma en que yo creía en la existencia de un Viejito Pascuero que nos trae regalos por el sólo hecho de “portarnos bien”, me convencieron de la existencia de ese Dios con tales características.

Por las mismas épocas, y en las clases de castellano (a las que también estaba obligada a ir pero sí me gustaban), me hablaban acerca de las leyendas y siempre sentí mucho interés por los mitos chilotes: el Trauco, la Pincoya, el Caleuche, son los que de inmediato se grabaron en mi memoria. Y también, me decían que como mitos que eran, pasaban de manera oral y de generación en generación, por lo que con los años se les iban agregando más detalles extraordinarios conformes pasaran por las innumerables bocas, gargantas y oídos a través del tiempo. La gente los creía, ya que daban una explicación a hechos que simplemente escapaban al entendimiento, como la desaparición de los pescadores, el repentino embarazo de una joven doncella o la arbitraria abundancia y escasez de los recursos marinos que constituían la base de la alimentación de las familias. Y con el tiempo, se habían transformado sólo en eso, una leyenda, una historia anecdótica, ya que en la actualidad se han dado luces de que todos aquellos fenómenos realmente tienen una explicación lógica, y estas historias, más que explicaciones, ahora son parte de la identidad y cultura de un pueblo.

Lo mismo en las clases de historia, donde nos hablaban de Mayas, Aztecas, Incas y diversos pueblos originarios de Chile, todos con un sinnúmero de divinidades que merecían los más diversos sacrificios y que a fin de cuentas, respondían simplemente a los elementos de la naturaleza que ellos no podían controlar: lluvias, sequía, actividad volcánica, tormentas y terremotos correspondían a negligencia del pueblo hacia sus dioses, que de alguna manera no estaban satisfechos. Qué bárbaros y crueles me parecían, en esos ritos que muchas veces se nos mostraban sangrientos y crueles. Qué equivocados estaban en su cosmovisión politeísta, cuando en realidad existía sólo un Dios al que había que adorar, y la única manera de complacerle era cumplir sus mandamientos, y rezar con ojos cerrados y con las manos juntitas, para pedir y agradecer. Y sobre todo, creer en Él sin discutir. No era mucho pedir, o sí?

Sin embargo, había ciertos aspectos que no terminaban por quedarme claros:
¿Por qué la historia de la creación del mundo se decía verdadera, cuando en sus detalles fantásticos nada puede envidiarle un mito chilote o cualquier leyenda griega o romana? Claro, la diferencia es que esta historia –verídica –está contada en un libro sagrado, del cual supuestamente ni una coma ha sido cambiada desde que se escribió, a diferencia de esas historias que pasan de boca en boca y sufren cambios según el capricho y la imaginación del relator. Lo malo de este libro es justamente eso, que como sagrado que es, ni se te ocurra objetar o siquiera cuestionar lo que dice, aunque pienses que está lleno de falacias y contradicciones (No, mejor ni lo pienses o las penas del infierno caerán sobre ti).

Pero considerando que la historia fuera cierta, ¿dónde queda eso de que Dios es omnipresente, para no estar ahí e impedir que Eva coma la manzana y más encima tenga tiempo de presentarla ante Adán? ¿Cómo dejó que la serpiente la engañe, y Dios no previó que eso podría suceder? Siendo así, en ese caso Dios no es omnisciente, si se supone que todo lo sabe. Y finalmente, ¿de dónde salió esa serpiente a tentar a Eva, que acaso este animal fue enviado por Lucifer, el ángel que entró en rebelión? Eso no aparece en la Biblia explicado pero si así fuera, ¿cómo dejó Dios que el Mal entre en el jardín del Edén? A esto puede decirse que Dios dejó deliberadamente que todo ellos sucediera, pero, ¿Qué acaso no es Dios infinitamente bueno, por qué iba a dejar que le ocurriera daño a los seres de su creación hechos a su imagen y semejanza? Y conociendo todo esto, ¿Por qué razón castiga a Adán y Eva, viendo lo premeditado de su plan? Claro, dentro del plan estaba el castigarlos, y hasta ahí me cuesta ver la “infinita bondad” del creador en cuestión.

De ahí en adelante, todos los descendientes de Adán y Eva caen en desgracia y están marcados por el pecado de sus padres. Entonces me surge otra duda, porque, si todos nosotros venimos de los primeros humanos, entonces o estamos todos emparentados, y nos andaríamos reproduciendo hasta con nuestros hermanos (cosa bastante reprobable biológica y socialmente), o hay alguna parte de la historia que me perdí en el camino. Y que todo el mundo se perdió, porque ni la Biblia ha podido contestar de manera satisfactoria esta pregunta. Pero siguiendo adelante, es necesario que el hijo de Dios venga a la Tierra, en forma humana para derramar su sangre y sufrir la ley de los hombres, y de esa manera lavar el pecado de nuestros primeros padres y tener de nuevo entrada al Paraíso. Me volvía a cuestionar entonces: ¿Qué tanta bondad puede haber en un ser que engendra un Hijo con el sólo objetivo de que venga a sufrir, derramar su sangre y morir de la forma más grotesca a fin de que los seres que Él mismo creó puedan entrar a un lugar que Él nos ha vedado? ¿Qué acaso eso no está simplemente en su voluntad? ¿Por qué su hijo debe morir tan cruelmente para que esto sea hecho, y cuál es la diferencia de este sacrificio con los que hacían las culturas precolombinas a sus múltiples dioses?

Así y todo, los seres humanos nunca aprendimos la lección. Siempre nos rebelamos a su voluntad, aún cuando el Hijo resucita y obtiene vida eterna, como ejemplo de lo que nos sucederá si aceptamos a Dios en nuestro pasar y le obedecemos. Caemos en pecado una y otra vez, y en eso culpamos al Demonio de tentarnos. ¿Dónde está la omnipotencia de este Dios, que no es capaz de librarnos de una buena vez de este maldito Lucifer que nos lleva por el mal camino? Y dónde está –otra vez –su infinita bondad, que deja que en el mundo haya tanta maldad, tantos desposeídos sufriendo por hambre, tantos inocentes siendo víctimas de la guerra, tantas injusticias en el mundo….?

Pero no, estoy equivocada. Me explican que Dios no es el que concibe el mal o permita que sea, son los mismos seres humanos los que hacen que exista. Somos poseedores de un libre albedrío, la existencia del mal y el bien depende de nuestra capacidad de decisión propia ante la bifurcación del camino que nos llevará hacia uno u otro lado. Dios es amor, y en su bondad nos dotó de esta capacidad, como un padre amoroso dota a un hijo de cualidades. Pero hasta donde yo sé, un padre de la raza humana como los que conozco, y que por lo tanto no es perfecto, ni omnisciente ni menos omnipresente, trata de encarrilar a sus hijos cuando ve que éstos han obrado mal. Nadie que tenga un padre en su sano juicio pueda decir que nos dejó mandarnos cagazos sin un reto, recriminación o consejo por lo menos, y hasta ahora, los seres humanos se mandan cagazo tras cagazo sin que medie la intervención de este Padre Celestial que todo lo ve y está en todo lugar, y más aún, deja que esto suceda en su nombre, a través de la historia y hasta nuestros días hay guerras, matanzas, violaciones de los derechos humanos en nombre de Dios. No es que quiera ser malintencionada y pensar que Él deja que los humanos se maten los unos a los otros, sólo por ver hasta dónde son capaces sus hijos de llegar por su causa.

En vista de toda la parrafada anterior, sólo se me ocurren dos alternativas: o Dios no es un ser infinitamente bueno (sino más bien perverso y manipulador), o este Dios, al menos en esta concepción de cómo lo conocemos, sencillamente no existe, y es la mentira más grande de todos los tiempos. Porque si lo vemos fríamente, un Dios capaz de dejar que tanta maldad sea posible, debe tener una dualidad, que disfraza constantemente con la existencia de un antagonista que es Satanás, al cual no es capaz de eliminar con lo que se contradice eso de su omnipotencia. Si dijéramos que hay un ser superior que es bondad y maldad al mismo tiempo, todo tendría mucho mayor sentido. Y hay una cosa más: ¿Por qué razón Dios creó al mundo, un mundo donde él sabía, el ser más perfecto de su creación se iba a conducir derecho a su autodestrucción? ¿Sólo porque estaba aburrido y se le ocurrió hacer algo para demostrar cuán poderoso es? Quizá Él esté constantemente divirtiéndose a costa de nosotros, manteniéndonos en este sistema cerrado que se llama Tierra, como nosotros podemos hacerlo con un grupo de ratas de laboratorio dentro de un terrario, y ver cómo se comportan entre ellas manipulando ésta o aquélla condición. O tal vez, lo hizo sabiendo lo que los humanos harían en su nombre, porque necesitaba que haya un ser tan parecido a Él pero que siempre lo declare superior, lo alabe y lo idolatre. A cada rato el Libro dice que debemos ser humildes, mansos de corazón, seguir su voluntad y humillarnos ante su presencia (palabras literales). No me cabe que un ser perfecto e infinitamente bueno, pueda caer en un pecado tan feo como el de la soberbia.

No pues. No puedo creer en ninguna de las cosas que dije en el párrafo anterior, porque de manera lógica, no tienen ni patas ni cabeza, o al menos una explicación plausible. Esta historia de la creación, a mi juicio, no es más que una alegoría, una especie de fábula como las de Esopo o una de esas parábolas que su Hijo tan bien aprendió a contar, tan fantástica como el mito del Caleuche, y a la vez, tan verosímil en la mente de los Cristianos como los múltiples dioses que representaban las fuerzas de la naturaleza en la mente de los hombres de nuestros pueblos originarios. Y sin embargo, crecí y llegó el momento en que dejé de creer en el Viejo Pascuero que vive en el polo Norte y el Conejo de Pascua que trae huevos pintados, pero me doy cuenta de que hay quienes nunca terminan de crecer y siguen creyendo en este Ser Superior que creó el mundo en 7 días y todo lo puede, excepto contra el Demonio. Los niños siguen portándose bien para que el Pascuero les traiga regalos, y los grandes lo hacen para optar al Paraíso y no irse al Infierno, como si no fuera cosa de agarrar un diario o prender la tele para darse cuenta de que el infierno está aquí mismo, en la mitad del globo terráqueo o a la vuelta de la esquina, y este Dios tiene un rol igualito que el Cuco o el Viejo del Saco, actúa metiéndonos miedo o haciéndonos codiciar una recompensa, y no porque en algún momento reflexionemos sobre nuestros actos y nos conduzcamos basados en nuestros valores. Que me acusen de pobre de espíritu, de ignorante, de atea recalcitrante o falta de fe, no creo ser ninguna de esas cosas pero prefiero eso y tratar de mejorar un poco cada día respetando mis principios, que ponerme una venda y proceder ciegamente y sin cuestionar nada en nombre de un Ente que no me permite actuar salvo sea a través del miedo o de la codicia. Y más aún, creer en un Ser que supuestamente nos dota de libre albedrío, pero para seguirlo debemos renunciar a usarlo, porque creer en él significa no preguntar, no cuestionar, no pensar. Si ese es el Dios en el que hay que creer, inmediatamente estaré segura de que no existe.

miércoles, 18 de marzo de 2009

quiero creer
que las cosas son tan fáciles como parecen
pero siempre las complico
quiero simplemente
deslizarme sobre tu cuerpo tibio
no tener que pensar en el fin del día
en el instante de la despedida
o en la llegada del amanecer
cómo hago para no complicarme
podría decirte lo que tengo guardado
no quiero que te alejes
y a la vez
ojalá estuvieras lejos
tan lejos que no pudiera alcanzarte
y así simplemente resignarme
pero este punto medio me agota
el ser y no ser
el hacer planes y modificarlos
los días pasan
y se escurren como agua
mi ritmo no va con el del mundo
ni tampoco con el tuyo
siempre me quedo atrás
y me pregunto
si la palabra de ti que yo espero
cambiaría las cosas como yo pienso que sería
quiero que tomes mi mano
que me abraces
y me dejes oler tu cuello
hacer que algo en ti se agite
lograr conmoverte
que dejes de ser el hombre práctico
y solo seas un niño dormido sobre mis piernas
como siempre
quiero demasiadas cosas
y no está en ti entregármelas
pero yo no tengo voluntad
ni soy lo bastante tenaz
para perseguirlas

lunes, 23 de febrero de 2009

Es cuestión de seguir caminando

15/01 – 17/02 Bahía Coique, Lago Ranco
24/02 – 05/03 Ancud (Ayudante de un curso en Quempillén)
26/03 Santiago, Concierto de Radiohead

… y luego? Qué se vendrá?
Tantas preguntas, tantas cosas pendientes, tanta incertidumbre…

Dicen que el 2009 será un año difícil, de crisis, de cesantía, de escasez…
Y -dicen que- el 2009 tengo que dar la defensa de tesis, titularme, buscar trabajo estable… y a veces pensar en ello me da susto

(siempre supe que Valdivia no es buen lugar para trabajar en mi campo de acción, pero ahora no me gustaría alejarme tanto de acá, no quiero irme tan lejos, no quiero dejar más cabos sueltos, ni apartarme de lo que me ha estado haciendo bien)

Así que mejor creer en las casualidades y confiar en mi buena estrella, porque esta canción llegó de casualidad y no pudo haber sido en mejor momento
(y así recordar que no es cuestión de pararse a esperar que la vida resuelva el asunto)


No es cuestión de tirar las paredes
Tapizar el sillón vaciar el armario
No es cuestión de perder los papeles
Ni romper esa foto ni quemar el diario

No es cuestión de cruzarse de acera
Ni volver la mirada ni vengarse del mundo
No es cuestión de enterrarse en la arena
Ni agotar la memoria ni ponerse un escudo.

No creo que sea cuestión de estrellarse
Contra el muro que va levantando el recuerdo
No creo que sea cuestión de pararse
A esperar que la vida resuelva este asunto.

No es cuestión de encalar la fachada
Ni borrar las pisadas ni cuestión de vencer
No es cuestión de tirarse a la cara
Los reproches pendientes ni de quién dijo qué
Ni pensar qué podría haber sido
Si no hubiera llegado el final de este cuento
Ni quitar o poner al pasado
Lo que fuimos sumando, lo que fuimos perdiendo.

No creo que sea cuestión de estrellarse
Contra el muro que va levantando el recuerdo
No creo que sea cuestión de pararse
A esperar que la vida resuelva este asunto.

Es cuestión de seguir caminando
Es cuestión de querer y poder
Es cuestión de saber levantarse
Es cuestión de ponerse de pie.

Ni pensar qué podría haber sido
Si no hubiera llegado el final de este cuento
Ni quitar o poner al pasado
Lo que fuimos sumando, lo que fuimos perdiendo.



["La Cuestión" - Olga Román]

miércoles, 28 de enero de 2009

El Antes y el Ahora

Una vez ella fue ingenua, nadando por el río de la inconsciencia, o más bien, dejando que la corriente la llevara. Era como un pez que se movía en medio de un cardumen de un millar de otros peces similares a ella, guiados por la marea. Solía creer en las promesas que se decían eternas y en que la miel de las palabras dulces podía de verdad paladearse, quizá porque justamente, ella trataba de hacer realidad esa dulzura, y era incapaz de prometer algo que no pudiese cumplir.

Así fue como confundió el compromiso con la obligación y el amor con el capricho, llevándolo hasta un punto insostenible, hasta el grado de volverse destructiva consigo misma, y sin darse cuenta, un buen día se miró al espejo y no se reconoció, ni supo en qué minuto se transformó en algo que no quería ser… y fue necesario estallar al fin para que esa venda autoimpuesta cayera de sus ojos, y poder descubrir que su error había sido creer sin cuestionar, y dar por entero su tiempo, su energía y todo lo demás a quien no lo merecía, hasta que nada quedó de sí misma, ni siquiera su amor propio, porque incluso eso había desperdiciado en pos de una fantasía vana e infantil. Pudo al fin dejar de preguntarse por qué las heridas no sanaban y su búsqueda la había llevado de un traspié a otro, ya que en realidad no buscaba, lo único que había estado haciendo era agarrarse de cualquier salvavidas en medio de ese mar de confusión, en vez de ser valiente y de una vez por todas nadar para llegar a la orilla. Quizá era más fácil culpar al destino por haber puesto en su camino a ese sujeto indeseable, artífice de su maldición, olvidando que ese destino es un camino que ella misma iba construyendo a través de sus propias decisiones, y ellas la habían llevado hasta ese punto.

Fue menester reconstruirse, mirarse desde afuera e ir seleccionando sólo los pedazos que servían para ese fin. Las culpas propias y las ajenas, el dolor, las lágrimas, el remordimiento, la obstinación no eran necesarias en esa restauración, y las grietas y espacios vacíos serían parchados y llenados con paciencia, autocontrol, empatía y una autoestima renovada, esos serían los nuevos materiales. De a poco se dio cuenta de que había estado tratando de retener algo muy dañino y que debía irse, se fue convenciendo así de que nada es para siempre, de que todo debe tener fin y cuando eso sucede, queda libre un lugar para que algo mejor llegue. Las lágrimas de autocompasión de nada servían, y comenzó a preocuparse por llorar las heridas que ella había provocado a otros a causa de su inexperiencia, y en esa versión mejorada de sí misma, cada vez fue derramando lágrimas con menor frecuencia porque se hizo menos egoísta y más consciente del dolor ajeno. Y de manera espontánea, dejó de preguntarse el por qué de tanto tropiezo, comenzando a sentirse agradecida ya que sin esos errores cometidos, nada de lo que ahora sabía habría sido aprendido. En su corazón no quedaron despecho, ni rencor, ni deseos de revancha, y lo que parecía infranqueable ahora sólo era un mero recuerdo con un leve sabor agrio, cicatriz de una de las tantas batallas que le tocará librar en la vida.

Ha pasado el tiempo, y ahora ella piensa que había estado equivocada en ciertas cosas que creía ya sabidas. Ya no tiene miedo de sentir, de soñar, de no ser correspondida, porque ha aprendido que conceder sólo por obtener algo a cambio no es más que egoísmo. Obligar al otro a retribuir lo ofrecido no es verdadera entrega. Recriminar al otro por no sentir lo mismo no es en realidad amor. Un sentimiento debe ser recíproco de manera espontánea, y no forzada, no por cumplir, y si de pronto ya no es así, es mejor dejar que las cosas sigan su curso, para que algo brillante y renovado pueda venir y ocupar su sitio. Sentir y entregar son capacidades que pueden intensificarse con el tiempo, y a diferencia de la pasión, el amor tiene mucho de racional, para experimentarlo se necesita probar, errar, pensar y aprender, y lograr que la pasión insensata se subyugue a él.

Ahora sabe lo que quiere, y ha encontrado algo muy similar a lo que espera. Ahora al fin se despojó de los temores y se lanzó al vacío. Ahora se siente, por primera vez en su vida, capacitada para amar.



[Francisca Valenzuela - "Muleta"]