lunes, 28 de septiembre de 2009

La femineidad tiene nombre y apellido.

Y se llama Barbara Blade.

Esa misma que sale en los comerciales del desodorante Lady SpeedStick, y que va por la vida saltando edificios y poniéndole la axila en la cara a cuanto galán se le cruza en el camino, porque ella no suda… cómo va a sudar, digo yo? A cualquiera que se depile con un cuchillo para matar rinocerontes ya no le quedarían glándulas sudoríparas, así que me huele a trampa eso de la efectividad del antitranspirante. Yo la veo y es toda una aventurera de esas que andan por la selva volando en lianas sobre los pantanos pestilentes, comiéndose a las serpientes para sobrevivir en el desierto del Sahara, en fin, haciendo cosas sucias, nada glamorosas y bien poco femeninas, pero al verla en acción varias veces me ha asaltado la misma duda: ¿por qué se ve sexy una mujer cuando sabe manejar una retroexcavadora o esos taladros gigantes para romper cemento (hombres, pinchen el link), o bien es capitán de un barco, soldadora, o conoce de mecánica de autos y motos? Si se supone que esos roles han sido históricamente realizados por machos recios de pelo en pecho, por qué se cotiza tan bien que una mujer los haga? Quizás en el fondo los hombres sienten atracción por lo masculino y no lo quieren reconocer, aunque a veces lleguen a parecer auténticos homofóbicos de closet de tanto que defienden su virilidad, o a lo mejor el sexo masculino es intrínsecamente ególatra y les encanta ver manifestaciones de masculinidad en todas las cosas, incluso –y sobre todo –en cuerpo de mujer.

Como buena bióloga, a una le da lo mismo andar mojada y sucia persiguiendo y agarrando con las manitos propias bichos marinos entre las rocas, o se banca andar con frío arriba de un bote y oliendo a pescado, a una puede encantarle el trabajo de terreno pero, o sea, nada de sexy andar con ropa de agua, botas de goma y gorrito de lana, por mucho que una aperre y se desempeñe bien en estas pegas de índole “masculina”… yo me miro así y encuentro bien difícil que un tipo cualquiera, por muy buena onda que pueda ser, se me acerque con esa pinta a hablarme con alguna intención de querer jotearme, ¿o no?


[Aquí mi pololi de verano, al cual pude conquistar a pesar de la facha, el barro en la ropa y el olor a mar, pero claramente este ejemplar macho no era de la especie humana].

No sé, habría que preguntarles a ELLOS por qué es deseable la versión femenina de un híbrido entre Indiana Jones y el Cocodrilo Dundee. Mientras tanto, Barbara Blade seguirá seduciendo atractivos galanes con su particular y coqueta técnica de ponerles su axila olorosa no-sudorosa sobre la nariz. Para mí que justo en esa parte de su anatomía esta mujer tiene algún tipo de feromona ultra súper dúper poderosa que deja a los hombres todos locos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Apio verde


Hace poco estuve de cumpleaños. Lo mejor, pienso yo, es darte cuenta de la cantidad de gente que se preocupa de saludarte, aunque sea por el Facebook, denota que al menos se tomaron un par de minutos de su tiempo para mí, y agradezco mucho eso. Además, me encanta recibir regalos :)

Lo malo es que a estas alturas ya no me dan muchas ganas de celebrar. Me adosé a los festejos de la titulación de una amiga, pero si no, creo que me habría quedado en la casa. Como que no hay mucho de lo que me puedan felicitar (eso le dije a la Lore cuando me llamó, parece que le cayó mal mi comentario :S … fue sin mala intención!), y es que cuando eres más chica te alegras porque sientes que con cada apio verde vas creciendo un poco más, no sólo de tamaño sino como persona también…

Ahora, me miro al espejo y ya voy viendo las primeras arruguitas incipientes, algunos cúmulos de celulitis en los muslos, sus varios pares de canas, pero me comparo a cómo era hace algunos años y nada parece haber cambiado mucho. ¿He “crecido” desde ese tiempo hasta ahora? He aprendido unas cuantas cosas, pero me veo y sigo teniendo los mismos defectos, y a las mañas que ya estaban se han ido agregando otras… más que la sensación de no crecer, es la de no progresar. Es darme cuenta de que, con cada año que pasa, voy dejando de ser una vieja chica para transformarme simplemente en una vieja (y en el futuro en una vieja de mierda? capaz...)

¿Que cuántos cumplí? Veintiséis. Y voy a guardar esto para ver si a los 30 seguiré pensando las mismas tonteras.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Chile rumbo al mundial de Sudáfrica (¿en serio?)

Ayer no vi el famoso partido, y obviamente no lo lamento. Más que nada porque situaciones previas me dejaron bien atravesada y eso dio pie a la escena siguiente:

Yo en la cocina lavando platos, llega P., otro habitante del manicomio prácticamente bailando porque recién había terminado el partido en que Paraguay le ganó a Argentina, quedando el primero clasificado y el segundo apenas a pelear el repechaje.

P. mandrilizado por el fútbol

Ganó Paraguay, mierda!  (8) ¡Cagaron los argentinos!!! (8) -acompañado de bailecillos arrítmicos-
Yo (irritada y con las manos llenas de jabón)
Y qué? De qué te alegras tanto?
P. (aún eufórico)
Que eso es bueno, porque a Chile le conviene que Argentina pierda, quedan más lejos de nosotros!
Yo (más irritada)
Bah, más nos convenía que perdiera Paraguay, que va arriba de nosotros ¬¬… no entiendo por qué taaaanta felicidad de que perdió Argentina
P. (sonriente)
Está bien que perdieran nomás! Por cachetones, por sobrados que son!
Yo (ya enojada a esas alturas)
Y qué con eso? Conoces algún argentino como pa' hablar así de ellos? Por último, los argentinos tienen personalidad nada más, no como los chilenos que somos unos ratones, apocados, que nos andamos alegrando de que los argentinos pierdan pa' sentirnos más… así somos!

P. aún en estado de mandrilización avanzada y sin darse por aludido, emprende la retirada para acomodarse a ver el partido REALMENTE importante, el de Chile contra Brasil. (Yo: “Bauuuuu la weá... debería haberme ido a ver el partido con cualquier mandril en vez de venir hasta aquí.”)

**Aclaración: cuando hablo de mandrilización, con el término me refiero al estado simiesco y casi básico al que llegan los machos de la especie humana en general, cuando se disponen a presenciar un encuentro futbolero, del país y color que sea.
No implica atentado contra el Cuarto Mandamiento (tomando en cuenta que mi Señor Progenitor que tanto me ha dado incluyendo la vida, es representante del género y se encontraba en el mismo recinto al momento, en un estado similar o peor) **

En fin, que eso me tuvo un rato refunfuñando, hasta deseando que Chile se fuera de perdices con los brasileños… porque los chilenos en el fútbol –y en general, en todo lo que somos reguleque nomás –resultamos ser como la adolescente más fea del grupo de amigas: ningún tipo la pesca, pero en una fiesta X justo se alinean los astros y el mino más potable entre la concurrencia la saca a bailar y le presta atención, y luego ella transmite de eso una semana entera, se lo cuenta a todo el mundo, incluso le saca pica a sus amigas; eso dura hasta que se entera que el tipo atinó con ella y dos chicas más en la misma noche, y hasta ahí le llega lo winner. Eso le pasó a nuestro país en las eliminatorias, en un momento se nos empezaron a subir los humos y justo vino ese partido con Venezuela, equipo al que mirábamos en menos y nos salió con su chancho al hombro, que casi perdemos en nuestra propia casa.

Sigo pensando: ¿qué importa la manera de ser de los argentinos? Siempre han sido buenos para el peloteo y porque una vez les tocó bailar con la fea –de la mano de Maradona, no es coincidencia –y justo a Chile le esté yendo bien, no quiere decir que haya que alegrarse por eso y extrapolarlo a otras situaciones de la vida. Quizás a ellos les inculquen desde pequeños el tratar de ganar, ser entradores, hablar fuerte y decir las cosas a calzón quitado, qué se yo, pero sí me consta que a los chilenos nos crían reprimidos, tímidos y mojigatos, y así llegamos a la adultez con esa actitud de tratar de no quedar mal con nadie pero alegrándonos de que al triunfador le pase algo malo, mientras que si nos ocurre a nosotros nunca es nuestra culpa (porque claro, el empate Chile-Venezuela se debió a que el árbitro ladrón a último minuto no cobró el penal, y no sencillamente a que Chile jugó como las pelotas todo el primer tiempo –nooo, era boliviano y nos quiso perjudicar!). A todo esto, parece que somos harto pencas como vecinos también ¿o no?

Y para el que tenga mala memoria, que recuerde de qué país es Bielsa, que con mucho, es el que ha sabido sacar lo mejor de una selección chilena en los últimos 15 años… y tampoco me parece coincidencia que justo los jugadores de este “seleccionado ganador” no sean ni muy faranduleros, buenos pa’ la farra ni chascones, ni anden con gafas estilosas ni piercings por todos lados… talento individual hay mucho en Chile, pero eso no basta si la actitud no cambia y se notó un montón ahora que llegó una mano dura que realmente impuso disciplina… es por eso que Chile va a Sudáfrica, ¡por fin!!! sin calculadora.

.
Y obvio que sí, estoy triste por el 4-2... pero bueno, que sirva para que en octubre no pequemos otra vez de exceso de confianza al tocarnos contra dos equipos ahí nomás como Colombia y Ecuador, y a no dormirse en los laureles. No vaya a ser cosa que algunos se queden con los pasajes comprados y con un cuello de este porte.