martes, 25 de marzo de 2008

Ciertas Diferencias

Imagen: Marian Angulo

Una mujer se acuesta con un hombre para sentirse amada por él.
Un hombre finge amar a una mujer para acostarse con ella.

Ella hace el amor; él simplemente se la coge.

A ella no le importará no alcanzar un orgasmo para hacerlo sentir bien, incluso muchas veces fingirá tener uno para no dañar su ego; él tratará de llegar al orgasmo según su ritmo, si llega antes siempre existirá la excusa de que para un él es más difícil controlar el impulso mientras que ella es más lenta.

Un hombre siempre resentirá que el paso del tiempo u otras circunstancias hallan hecho mella en el otrora hermoso cuerpo de su mujer; una mujer siempre sentirá deseo por su hombre aunque los años hayan añadido unos kilos de más en su barriga. De la misma manera, ella tratará de verse lo mejor posible a pesar del tiempo, mientras que él no tiene que preocuparse por su apariencia.

A un hombre no le importará relamerse y darse casi la vuelta entera cuando pasa un buen culo o un buen par de tetas por su lado, aunque su mujer esté presente; una mujer mirará de reojo a ese macho rebosante de músculos que acaba de pasar por su lado, haciendo lo posible por que su hombre no se dé cuenta, por ningún motivo.

Un hombre tendrá fantasías sexuales con la hermana, mejor amiga e incluso la madre de su mujer, a todo color y no sentirá culpa. Una mujer se recriminará si de repente mira para el lado y pensará que algo está funcionando mal en ella.


Que una mujer le diga “te amo” a un hombre, es la mejor manera de hacerlo huir.
Que un hombre le diga “te amo” a una mujer, es la mejor manera de atarla a su lado.



martes, 4 de marzo de 2008

*** Dedicado (sobre todo) a Loreto y Thamara... ***


Extraño las tardes de trabajos en la biblioteca

Extraño las noches de estudio en el Hogar Aysen

Hacer una cucha entre todos para comprar los ingredientes de la clásica cena de huevos con tomate y pan

La competencia entre Nano y yo para ver quien dejaba una capa de espuma mas espesa preparando café batido (pero él casi siempre me ganaba)

Los estudios de amanecida… cuando el Levi se hacia el fuerte para pasar dos noches seguidas de largo y a la segunda se dormía a las 10 de la noche, y la Silvana le buscaba una frazada para que siguiera durmiendo en el mismo sillón donde había quedado…

O al Nano jugando “tenis de aire” a las 5 de la mañana, que era el preámbulo de que moriría prontamente producto del sueño... o bien, queriendo a esas alturas reencarnarse en un manatí

A la Astrid bailando y enseñándonos coreografías Axé

Los carretes en el quincho del Nano con choripanes, un poco de alcohol y “nada de esto fue un error, wuoooo (8)…”

Y los estudios de Geología Marina, en que la mitad de la noche estudiábamos y la mitad conversábamos o creábamos canciones en el compositor del celular, pero siempre quedábamos la Thamara y yo porque a la Loreto le daba sueño antes, se ponía el pijama y se iba a acostar… y luego yo me iba a las 8, después de dormir como tres horas, para alcanzar a ducharme antes de la prueba que era a las 10 (es que vivíamos tan lejos…)

Fueron varios ramos que nos reunieron, Genética, Bioquímica, Física, Estadística, Meteorología, Geología… sufrimos bastante con ellos y fueron motivos de trasnoches y mañas, pero también perdimos el tiempo y lo pasamos bien… y quizá lo más importante de eso, más que haber pasado los malditos ramos de mejor o peor manera, son los vínculos creados entre nosotros.

Creo que el decir que todo tiempo pasado fue mejor, es porque el presente es tedioso, y el futuro incierto… pero peor que eso es que ya no estamos juntos y reunirse es cada vez más difícil, aun así los lazos quedan, al menos, no en todos los que estuvimos pero sí en la mayoría.

Vendrán días de trabajo intenso, algunos formarán familias, otros se casarán con su profesión, y quizá haya quienes cambien de rumbo y el mar ya no sea su norte, y vendrán también nuevas personas, nuevas amistades, nuevos “enemigos” y nuevos momentos simples para compartir y recordar, pero de cuando en vez vendrán a la memoria esas noches de estudio interminable, conversaciones entretenidas, y hasta peleas y también historias de amores fallidos, que marcaron nuestra transición a la adultez. Si somos mejores o peores personas ahora que antes, eso queda para cada uno, pero nadie pueda decir que salimos de la universidad siendo los mismos seres que cuando entramos, pues tendríamos que ocultar las marcas indelebles que han quedado en nuestros corazones y nuestra conciencia.



Parece que hoy ando más mamona que de costumbre…